La copia de seguridad definitiva
Un almacén ártico guarda semillas vitales de todas partes del mundo para protegerlas ante una catástrofe ecológica.
En las profundidades del Ártico, a unos 1.300 km del Polo Norte, se encuentra la isla noruega de Spitsbergen, sede de la Bóveda Mundial de Semillas de Svalbard. Construido por el gobierno de Noruega y operado tanto por el Nordic Genetic Resource Centre (Centro de Recursos Genéticos Nórdicos) como por el Global Crop Diversity Trust (Fideicomiso Global de Diversidad de Cultivos), la bóveda es parte de un proyecto en curso para proteger semillas de cultivos vitales de todo el mundo frente a las crecientes amenazas a la biodiversidad del planeta. Svalbard ofrece sus servicios de forma gratuita, con respaldos de seguridad de las colecciones almacenadas en los bancos nacionales e institucionales de semillas en todo el mundo.
La arenisca tectónicamente estable de Spitsbergen es un lugar ideal para la bóveda, lo suficientemente sobre el nivel del mar para escapar de las inundaciones, y lo suficientemente profunda en el permafrost de montaña para proporcionar refrigeración natural en el caso de corte de energía. Aquí, las semillas de la mayoría de los principales cultivos alimentarios del mundo se pueden conservar durante cientos de años, y algunas semillas, incluyendo las de granos críticos, posiblemente podrían sobrevivir durante milenios.
A medio mundo de distancia, en Perú, la fuente original de todas las papas o patatas del mundo, los agricultores indígenas están recolectando las variedades que se han cultivado para alimentar durante 8.000 años. Aunque los Andes son el hogar de cerca de 3.800 variedades de este tubérculo –la gran mayoría de ellas desconocidas en el resto del mundo–, hoy esa diversidad se ve amenazada por los cambios de las fuerzas del mercado y las condiciones climáticas, y el creciente riesgo de plagas y enfermedades. Con el fin de asegurar su patrimonio biocultural, las comunidades andinas han almacenado muestras de su rica diversidad de tipos de papa en el banco genético International Potato Centre (Centro Internacional de la Papa), que está respaldado en Svalbard.
A 120 metros de profundidad en el corazón de una montaña helada, la «bóveda del fin del mundo» es una de las estructuras más seguras del mundo, diseñada para soportar una amplia gama de desastres, como impactos de asteroides, el cambio climático dramático, e incluso la guerra nuclear. De esa forma, ofrece a la humanidad la oportunidad de reiniciar el crecimiento de los cultivos de alimentos que de otro modo se perderían. La instalación tiene capacidad para almacenar 4,5 millones de semillas, tres veces el número de tipos de semillas distintas que se estima que existen. Cada muestra se compone de cerca de 500 semillas, por lo que la capacidad total de la bóveda es de aproximadamente 2.250 millones de semillas. No hay un personal permanente en el banco de semillas, pero se controla continuamente mediante la vigilancia electrónica.
Dentro de estos contenedores, las semillas se guardan en sobres de cuatro capas sellados y las salas de almacenamiento se mantienen a –18° C. El ambiente de baja temperatura y nivel de oxígeno hace que el envejecimiento de las semillas sea notoriamente más lento, lo que preserva la viabilidad de las semillas durante períodos prolongados. Aun así, las semillas tienen una vida útil finita, por lo que algunas se plantan periódicamente para producir un cultivo que a su vez genera un nuevo lote de semillas para el almacenamiento. Con suerte, este ciclo permitirá restablecer los cultivos arrasados por grandes desastres o catástrofes de origen humano, si así fuera necesario.